Llegamos al aeropuerto del Norte a las 24h, donde hacía bastante frío, aunque no nos extrañó, ya que estábamos en el Norte y era de madrugada, y allí siempre hace menos temperatura que en el Sur.
Del vuelo poco que contar, el avión tuvo un viaje bastante estable, sin turbulencias aunque el aterrizaje fue un poco forzoso. Durante esas tres horas de vuelo, el tiempo dio mucho de sí. Tuvimos tiempo para contarnos cosas, conocer a gente, hablar con las azafatas, jugar a las cartas, cenar, dormirnos…
De la gente que conocimos en el vuelo, sobre todo destacamos a una pareja de Madrid, muy majos. Justamente iban al Sur como nosotros, a Los Cristianos.
Ellos habían alquilado un coche y muy amables nos llevaron hasta el hotel.
La isla es pequeñita, en una hora ya te has ido del Norte al Sur, enseguida te la recorres.
El hotel, una pasada. Son apartamentos pequeñitos, y el nuestro tiene cocina comedor, una habitación doble, un baño y una terraza que nos da a una de las tres piscinas que hay.
Una vez dejamos las maletas en el hotel, a pesar de estar cansadas, no nos faltaban ganas de salir, así que nos fuimos hacia el paseo de la playa donde estaba todo el ambiente. En la misma playa había una discoteca “El Faro” y allí decidimos quedarnos.
¿Y qué fue nuestra sorpresa? Nos encontramos de nuevo con la pareja del avión que también habían salido un rato.
Hemos hecho gran amistad con ellos, y hemos quedado para pasar hoy el día juntos.
Bueno, nos tenemos que ir, que estamos en un locutorio y se nos acaba el turno de ordenador.
Os seguiremos informando.
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